Ao nascer, recebemos de Deus
o presente de uma vida nova... mas vazia.
Por isso, cada um, dia a dia, tem a tarefa de enchê-la a cada momento.
Mas o que nos angustia é o
facto de dispormos de um tempo de duração incerta para levar a cabo essa
missão.
Esse é um problema que um animal
não tem, por exemplo. Ele conta com o seu Instinto... E é o instinto que o leva
a evitar os perigos, a procurar o seu bem-estar, isto é, tem um comportamento
constante.
Com o Homem isto não
acontece!
Ao tomar consciência da sua
existência, um abismo se abre diante dos seus pés.
Tem um problema que lhe
inquieta a alma: "Tem uma vida vazia... e deve enchê-la."
Se o Homem dispusesse de anos
ilimitados para viver, isto não representaria um problema já que ante cada
equivoco, poderia voltar atrás e rectificar o seu caminho.
Mas descobre que a sua vida
é curta, limitada.
Os segundos que passam convertem-se
em minutos. Os minutos enchem as horas. Estas transformam-se em dias. E vê passar
os seus anos convertidos em vida que se desgasta. E a morte segue-o com passos
cada vez mais firmes e próximos à medida que passa o tempo.
E sente que, de ela, já não
pode escapar…!
Por isso, não tem outra opção
que não seja eleger um projecto para a sua vida. Algo que seja único e
exclusivamente próprio.
A decisão impõe-se... o desafio
coloca-se diante dele: ou enche a sua vida e lhe dá um sentido… ou a desperdiça
deixando-a vazia.
Quiçá hoje seja o dia de
decidir. Porque o segundo que passou foi a vida que já não volta e o que vem é a
morte que se aproxima um pouco mais... e é tão sigilosa que nos pode surpreender.
No nosso final ser-nos-á perguntado:
- Que fizeste com a tua vida?
Ser-nos-á ordenado: - Mostra-me
essas mãos...!
A pergunta que se impõe é:
Estarão cheias... ou vazias?
Abundam tanto, diante de Deus,
as mãos vazias... de vidas que não encontraram o sentido da sua existência…!
São tão fáceis de encontrar "vidas puras", mas estupidamente vazias…!
Entendamos que não é suficiente
"não fazer" o mal!
Porque assim, o Homem terá
uma vida pura. Mas se não faz o bem, o facto de não ter tentado fazê-lo já é, em
si mesmo, um mal.
Viver uma vida imaculada deve
ser bom, mas vivê-la vazia... é estúpido.
Há muitas almas boas e puras
no mundo, mas demasiadas vidas sem conteúdo.
A vida é como um recipiente
vazio que devemos encher de boas obras, de amor ao próximo e de respeito pelo nosso
semelhante.
Deve ser terrível apresentar-se
diante de Deus com as mãos vazias!
Apesar de não ter alojado
jamais em mim uma atitude de indiferença perante o sofrimento alheio, hoje
sinto, e cada vez mais forte, a necessidade de aliviar o peso de certas vidas que para alguns se converteram numa
cruz.
O sofrimento dos demais
provoca, em mim, uma angustia difícil de suportar. Mas essa angustia é derrubada
cada vez que um sorriso ou um abraço são a recompensa por ter proferido a palavra
indicada para o consolo ou praticado a acção certa para a situação.
Já me propus reconsiderar as
minhas prioridades.
Hoje, a família e os amigos
sempre estão em primeiro lugar.
Descobri o que quero e o
que não quero.
E o que definitivamente
"não quero" é, no final, encontrar-me com o Criador e escutar da Sua
boca:
" - viveste a vida que te entreguei quando nasceste - imaculadamente
pura - mas vieste diante de mim e devolveste-ma estupidamente vazia..."
Isso, de verdade, eu não quero.
¿Una vida llena... o vacía?
¡Tú decides...!
Al nacer, recibimos de Dios el regalo de una vida
nueva... pero vacía.
Por eso, cada uno, cada día, tenemos la tarea de
llenarla a cada momento.
Pero lo que nos angustia es el hecho de que disponemos
de un tiempo incierto en duración para
llevar a cabo esa misión.
Ese es un problema que un animal no tiene, por ejemplo. Él cuenta con su
Instinto... Y es el instinto que lo lleva a evitar los peligros, a buscar su
bienestar. Es decir, tiene un comportamiento constante.
¡Con el Hombre no sucede eso!
Al tomar conciencia de su existir, un abismo se abre ante sus pies.
Tiene un problema que le inquieta el alma : "Tiene
una vida vacía… y debe llenarla."
Si el Hombre dispusiera de años ilimitados para vivir,
esto no representaría un problema ya que ante cada equivocación, podría volver
atrás y rectificar su camino.
Pero descubre que su vida es corta, limitada.
Los segundos que pasan se convierten en minutos. Los
minutos llenan sus horas. Estas se transforman en días. Y ve pasar sus años
convertidos en vida que se desgasta. Y la muerte le sigue con pasos cada vez más
fuertes y cercanos a medida que pasa el tiempo.
¡Y siente que, de ella, ya no puede escapar…!
Por eso, no tiene otra opción que elegir un proyecto
para su vida. Algo que sea única y exclusivamente propio.
La decisión se impone... el desafío se pone delante de
él: o llena su vida y le da un sentido… o la desperdicia dejándola vacía.
Quizás hoy sea el día de decidir. Porque el segundo
que pasó fue la vida que ya no vuelve y el que viene es la muerte que se acerca
un poco más... y es tan sigilosa que nos puede sorprender.
En nuestro final nos será preguntado: - ¿Qué has hecho
con tu vida?
Se nos será ordenado: - ¡Muéstrame esas manos...!
La pregunta es: ¿Estarán llenas... o vacías?
¡Abundan tanto, ante Dios, las manos vacías... de
vidas que no encontraron el sentido de su existencia…!
¡Son tan fáciles
de encontrar "vidas puras", pero
estúpidamente vacías…!
Entendamos que no es suficiente "no hacer" el mal!
Porque así, el Hombre tendrá una vida pura. Pero si no
hace el bien, el hecho de no haberlo
intentado hacer ya es, en si mismo, un mal.
Vivir una vida inmaculada debe ser bueno, pero vivirla
vacía... es estúpido.
Hay muchas almas buenas y puras en el mundo, pero
demasiadas vidas sin contenido.
La vida es como un recipiente vacío que debemos llenar
de buenas obras, de amor al prójimo y del respeto por nuestro semejante.
¡Terrible habrá de ser presentarse ante Dios con las
manos vacías!
A pesar de no haber anidado jamás una actitud de
indiferencia hacia el sufrimiento de los demás, hoy siento, y cada vez más
fuerte, la necesidad de aliviar el peso
de ciertas vidas que para algunos se han convertido en una cruz.
El sufrimiento de los demás provoca, en mí, una
angustia difícil de soportar. Pero esa angustia es derribada cada vez que una
sonrisa o un abrazo son la recompensa por haber dado la palabra indicada para el
consuelo o la acción justa para la situación.
Ya me he propuesto reconsiderar mis prioridades.
Hoy, la familia y los amigos siempre están en primer
lugar.
Descubrí lo que quiero y lo que no quiero.
Y lo que más "no quiero" es, al final, encontrarme con
el Creador y escuchar que de Su boca me diga:
" - viviste la vida que te entregué
cuando naciste - inmaculadamente pura - pero viniste ante mí y me la devolviste
estúpidamente vacía..."
Eso sí que yo no quiero.
MAR
03.05.2014